La tercera Copa Mundial de la FIFA™ se disputó en Francia, mientras los nubarrones de la guerra se cernían sobre toda Europa y la política dejaba fuera a varias de las principales naciones. Austria se clasificó, pero decidió retirarse ...

Brasil y Polonia disputaron en Estrasburgo uno de los mejores partidos de la historia, que acabó, tras la prórroga, con victoria para los sudamericanos por 6-5, gracias a cuatro goles marcados por Leonidas, quien jugó un rato descalzo. En la final, celebrada en París, Italia venció a Hungría por 4-2.

De nuevo Italia

El Mundial celebrado en suelo francés, en estadios remodelados para la ocasión, disfrutó de un enorme éxito popular y constituyó la última oportunidad en la que fue posible exhibir la fraternidad internacional a través del fútbol antes de que, al año siguiente, estallara la guerra.

La Guerra Civil hacía estragos en España, Alemania se había anexionado Austria y una Europa acosada por las crisis estaba preparándose para las hostilidades cuando la FIFA decidió que la tercera Copa Mundial de la FIFA™ se celebraría en Francia. Para estar a la altura de las circunstancias, se realizaron obras de ampliación en el Estadio de Colombes y se remodelaron los estadios de Burdeos y Marsella. Además, por primera vez, la nación anfitriona y la campeona vigente se clasificaban automáticamente; un privilegio que se mantiene en la actualidad.

Sin embargo, una vez más, algunos países sudamericanos boicotearon la competición al considerar que, esta vez, le tocaba a Argentina organizar el torneo y no a Europa de nuevo. Brasil, por su parte, sí asistió y resultó ser la principal atracción de la competición, al desplegar su inimitable juego táctico, empezar la competición con muy buen pie y justificar su reputación venciendo a Polonia por un increíble 6-5 (con prórroga incluida): Leonidas, "el diamante negro", y Willimowski marcaron cuatro goles cada uno! Desgraciadamente, el encuentro de cuartos de final disputado en Burdeos entre Brasil y Checoslovaquia degeneró en una tángana monumental: tres jugadores fueron expulsados y otros cinco heridos, dos de los cuales fueron trasladados urgentemente al hospital con rotura de brazo.

El orgullo precede a la derrota

Francia, la nación anfitriona, venció a Bélgica por 3-1, gracias, en gran medida, a las prestaciones del extremo derecho Fred Aston, apodado "el escurridizo", cuyas desbordantes incursiones en el área rival resultaban decisivas. Por desgracia para los 58.455 hinchas que abarrotaban el estadio Yves-du-Manoir, situado en Colombes (cerca de París), para presenciar el encuentro de cuartos de final, Francia sucumbió ante Italia por 3-1 y, a diferencia de lo que ocurriera en Uruguay e Italia en las dos competiciones anteriores, esta vez la anfitriona no se alzaría con la victoria de la Copa Mundial de la FIFA™ celebrada en su propio territorio.

El encuentro de semifinales entre Italia y Brasil prometía ser una final anticipada, pero el seleccionador brasileño, Adheniar Pimenta, cometió un grave error al decidir dejar fuera a dos jugadores clave, uno de ellos el gran goleador Leonidas. Pimenta declaró: "Lo conservo para la final". La escuadra "azzurra", lejos de sentirse intimidada, salió victoriosa (2-1) y se ganó el derecho a defender el título ante Hungría, que había batido a Suecia sin problemas.

En la final, Meazza y Ferrari, los dos organizadores del combinado italiano, se entendieron a las mil maravillas y, el ya por entonces legendario pragmatismo italiano hizo el resto. Italia se alzó con el triunfo (4-2) y, tras dos victorias consecutivas en la Copa Mundial de la FIFA™, entró en la historia del fútbol como una de las mejores selecciones nacionales de todos los tiempos. Desgraciadamente, estalló la guerra y puso fin a la competición durante doce años; y, probablemente, privó a esta generación italiana, repleta de jugadores de talento, de disfrutar de mayores glorias.